
EDITORIAL
TRAS LAS ELECCIONES, CÓMO ENCARAR LA SALUD

El pasado 19 de noviembre, en un proceso electoral transparente, los argentinos elegimos al nuevo presidente que regirá el destino del país en los próximos cuatro años. Por una mayoría clara y contundente, el voto de la ciudadanía decidió que fuera el candidato Javier Milei quien cumpla ese rol. En nombre del Consejo de Médicos, saludamos al ganador. Los análisis de las razones de ese resultado los dejamos en manos de los sociólogos y politólogos.
Como institución que nuclea a los médicos de la provincia, nos interesa subrayar la realidad de una crisis en el sistema de salud, que incluso –como hemos manifestado públicamente–, pone en riesgo la atención sanitaria a nivel nacional, que sigue en zona de definiciones. Como acontece desde hace tiempo, lamentablemente, la salud parece no ocupar un lugar importante en el debate político.
Insistimos en que es un tema vital, porque este proceso electoral se desarrolló en un contexto en el cual se agudizaron viejos problemas, con el profundo deterioro de los honorarios de los profesionales de la salud, las deficiencias en sus condiciones de trabajo, la agonía de hospitales y clínicas del sector privado y el predominio de las financiadoras del sistema (empresas de medicina prepaga y obras sociales). La situación es y sigue siendo crítica y requiere de soluciones urgentes.
Por eso, además del saludo, el reconocimiento y los deseos de un cambio que sea beneficioso para la ciudadanía, planteamos la urgente necesidad de un diálogo, de que se escuchen nuestros reclamos –que vienen de lejos–, de que cuenten con nuestra participación, y con la de las instituciones y organizaciones que representan los intereses médicos en general.
Es preciso dialogar sobre la participación del Estado, que, en nuestra convicción -como lo hemos dicho públicamente desde siempre-, debe ser el rector de una política de salud que pueda articular lo público y lo privado, que tenga capacidad de promoción y de control. Un proyecto de salud que pueda convertirse en una política perdurable, en la que los médicos no seamos los convidados de piedra, como viene sucediendo desde mucho tiempo atrás. Con honorarios dignos, con mejores condiciones de trabajo, con mejores recursos humanos, con la puesta al día en la incorporación de los nuevos aportes tecnológicos.